Este artículo ha sido escrito por Edgar Burgos Masoneria Mixta2 abril, 2019Destacado, Igualdad, libertad, política, SOCIEDAD2
Muy a pesar del pensamiento del pastor Anderson, ampliamente extendido, de que la masonería y la política son caminos que no deben entrecruzarse algunos pensamos, contrariamente, que dada la formación que se obtiene por la pertenencia a la francmasonería (recordemos por ejemplo al profesor Álvarez Lázaro y su trabajo “La Masonería, escuela de formación del ciudadano“) es una obligación adoptar una posición activa ante las cuestiones que se dirimen en el ámbito sociopolítico en cada momento, fundamentalmente porque los francmasones no somos personas ajenas a nuestro entorno social que, además, nos interesa en tanto que como miembros de esa sociedad nos afecta.
Con independencia de la forma en que cada francmasona o francmasón afronte el día a día de su implicación en la vida social y/o política es evidente que existe un momento en el que su implicación debe ser activa y es cuando se produce el hecho electoral. No es objeto del presente post indicar a quien se debe votar, cada persona es libre de hacerlo en función de sus personales ideas, pero sí a quien no debería votar quien se forma en una manera muy concreta de entender la existencia.
Parece evidente que quienes comenzamos y finalizamos nuestros trabajos con el conocido lema republicano, masonizado en el ámbito de la masonería liberal, “Libertad, Igualdad, Fraternidad” creemos en unos principios que deberían llevarnos, forzosamente y por pura coherencia, a negar nuestro apoyo a cualquier formación que ponga en cuestión cualquiera de los reconocidos Derechos Humanos así como algunas nuevas realidades que, aunque no recogidas de forma explícita en ellos, se van imponiendo por la presión social. Partiendo de esta base mínima la posibilidad de elección para los miembros de la francmasonería se reduce de una manera importante ya que de un solo plumazo elimina una serie no pequeña de posibles receptores del voto masón por el simple hecho de que o bien se declaran abiertamente beligerantes en cuestiones que afectan a los ya citados Derechos Humanos o bien se muestran tibios en la defensa de postulados claramente humanistas y que afectan de un modo importante a la convivencia social entre diferentes aunque no por ello desiguales.
Es evidente que en estos momentos en España, y por cuestiones cuyo análisis rebasarían el objeto del presente post, existen partidos que por su aceptación estratégica de postulados claramente homófobos, machistas y antidemocráticos deben ser vetados desde los postulados que defiende la masonería liberal, deberían serlo por cualquier demócrata. Seguramente en otros países de nuestro propio entorno partidos ideológicamente próximos se habrían cuidado mucho de unir sus destinos a fuerzas que suponen un peligro real de involución y de regreso a los más negros días de la historia europea.
Así pues debemos concluir que las francmasonas y los francmasones no solo no deben mostrarse ajenos a la política si no que, muy al contrario, deben trabajar de forma activa para evitar que determinadas formaciones políticas tengan la posibilidad de acceder al poder político. Es más, pensamos que deberían trabajar en pro de la ilegalización de toda organización política que lleve en su ideario cualquier forma de menoscabo de ese pacto mínimo de convivencia que es la Carta de los Derechos Humanos.